domingo, 16 de enero de 2011

Un texto de Jane Bowles

Una pareja quisquillosa
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Las dos marionetas son hermanas de cincuenta y pocos años. El escenario debe tener una varilla o un cordel que lo divida por la mitad para sugerir dos habitaciones. Hay una sentada a cada lado de la línea divisoria. Si no es posible sentarlas, tendrán que quedar de pie. Mildred, la mayor, tiene un aspecto más sólido y lleva colores más vivos.
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Mildred (la marioneta más fuerte): Espero que empieces a pensar en traer la leche.
Rhoda (tras una pausa): Pues no.
Mildred: Pero ¿qué te pasa? No irás a recibir una visita de nuestros difuntos ¿verdad?
Rhoda: Este invierno no tengo apariciones porque estoy muy harta de querer hasta a nuestros muertos. De todos modos, estoy disgustada con el mundo.
Mildred: Dedícate a tus asuntos, que yo me ocuparé de los míos. Ahora estoy pensando en la leche.
Rhoda: Estoy cansada de estar triste. Me gustaría cambiar.
Mildred: No te diviertes lo suficiente en tu habitación. ¿Por qué no?.
Rhoda: Pues porque el mundo y sus víctimas siempre están presentes en mi imaginación.
Mildred: Eso no es normal. De todos modos, no eres lo bastante lista para resultar de alguna utilidad en el mundo exterior.
Rhoda: Si fuera joven, socorrería a los enfermos. Si fuera joven...
Mildred: No tienes maña para crear un hogar. En cualquier caso, procura muchas satisfacciones.
Rhoda: Tengo el corazón demasiado grande para crear un hogar.
Mildred: No. Es porque careces de autosuficiencia. Si yo no estuviera aquí, no tendrías el placer de preocuparte. Si no me ves por aquí, eres un alma perdida. Cuando no estoy, ni siquiera tienes ánimo para preocuparte por el mundo exterior. ¡Y no es que el mundo exterior pierda gran cosa!. (Resopla con desprecio).
Rhoda: Tienes razón. Pero juro que tengo un gran corazón.
Mildred: He llegado a creer que el interior de las personas no es muy interesante. Con un corazón grande se puede causar un enorme descontento, y con uno pequeño, una armonía considerable. Compara tu habitación con la mía. Y tengo el corazón tan pequeño como el de papá.
Rhoda: Me dejas helada hasta los tuétanos cuando dices que tienes el corazón pequeño. Pero me quieres ¿verdad?
Mildred: Eres mi hermana ¿no?
Rhoda: El amor de hermana es una de las pocas dichas de esta vida.
Mildred: Bueno, ya está bien de exagerar. Podría enumerar otras cosas.
Rhoda: Imagino que es injusto obtener amor de un corazón pequeño. Me figuro que dios pretendía que los corazones pequeños se dedicaran a otras cosas.
Mildred: Es posible. Tomaremos la leche en mi habitación. Es mucho más agradable. En parte, porque soy una mujer más limpia que tú.
Rhoda: Aunque tengas el corazón pequeño, te aguanto, y te aguanto.
Mildred: Pues yo desearía poder ofrecerte en una caja mi don para la felicidad. ¡Sería tan estupendo que fueras como yo! Así podríamos tomar la leche en cualquier habitación. Un día en la tuya y al siguiente en la mía.
Rhoda: Estoy segura de que esas cosas no ocurren nunca.
Mildred: Eso sucede en un millón de hogares, siete días a la semana.
Rhoda: Nunca, nunca, nunca
Mildred (con mucha firmeza): Eso ocurre en un millón de hogares.
Rhoda: ¡Nunca, nunca nunca!
Mildred (levantándose): ¿Vas a hacerme caso si te digo que eso sucede en un millón de hogares o tengo que perder los estribos?.
Rhoda: Ya los has perdido. (Mildred monta en cólera rápidamente. Rhoda va al proscenio y canta:)
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......Mi caballo quedó como una piedra congelado
......hace mucho, mucho tiempo.
......Cerca del macizo de flores, helado
......bajo el yermo sol.
......O quizás fue de noche,
......o quizás no fue.
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......Mi caballo corre por los campos
......muchas tardes.
......Negro como el lodo y lleno de vida,
......lo veo escapar al bosque
......y luego no lo veo.
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Mildred (entre bastidores)
: Voy por la leche y espero que se haya acabado por hoy el alboroto. (Entra llevando dos vasitos blancos) Pero ¿por qué llevo leche a una persona que está completamente decidida a convertir mi vida en un verdadero infierno?
Rhoda (entrelazando las manos con emoción): Sí ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡Qué acertijo tan horroroso!.
Mildred: Te encanta pensar que todo es un acertijo. No hay ningún acertijo. Simplemente cumplo mi parte del trato.
Rhoda: ¡Tratos, tratos y más tratos!
Mildred: Me dejarás terminar, nerviosa criatura? Trato de explicar que me comporto de acuerdo con el molde en que me hicieron. Da la casualidad de que sé apreciar ese molde, y ni el cielo ni la tierra lograrán que lo estropee. Tus excitables emociones no me afectan. Aquí tienes la leche. (Entra en la parte del escenario que ocupa Rhoda y le ofrece la leche, pero Rhoda da un manotazo al culo del vso que lleva su hermana y lo manda por los aires. Mildred asesta una tremenda bofetada a Rhoda y vuelve precipitadamente a su habitación. Hay silencio durante un momento. Luego, Mildred oculta la cara entre las manos y rompe a llorar. Rhoda sale, Mildred va al proscenio y canta:)
Mildred (cantando):
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......Soñé que ascendía una colina,
......con la mano de mi hermana en la mía.
......Luego busqué mi casa en el valle,
......pero sólo campos soleados vi
......y la torre de la iglesia brillando.
......Busqué hasta que mis entrañas se enfriaron
......pero sólo campos soleados ví
......y la torre de la iglesia brillando.
......Una chica bajó corriendo la montaña
......con campanillas en el sombrero.
......Pregunté su nombre al valle,
......pero sólo viento y lluvia oí
......y la campana de la iglesia repicando.
......Pregunté hasta que mis labios se enfriaron
......y desperté sin saber
......si se llamaba como mi hermana
......o si su nombre era el mío.
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(Rhoda entra en su parte del escenario)
Mildred: ¿Rhoda?
Rhoda: ¿Qué quieres?
Mildred: Vete si te apetece.
Rhoda: Aún no ha llegado el momento, y ya no llegará hoy, porque el día ha terminado y se acerca la noche. ¡Gracias a dios!
Mildred: Sé que si no viviera en la rectitud, contraería una enfermedad horrible y moriría. Se me partiría el corazón.
Rhoda: Vives en la rectitud,cariñito, así que no pienses en eso (Pausa). Iré a traerte la leche.
Mildred: Yo también voy. Pero bebamos la leche aquí, porque esto es mucho más agradable ¿verdad? (Se levantan). ¡Qué contenta estoy de que ya sea de noche! Tengo los nervios destrozados. (Salen)
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Jane Bowles (1917, Nueva York - 1973, Málaga), de su libro, Placeres sencillos. (En este libro, hay relatos superiores a éste, el tema es su extensión, penita). Traducción: Benito Gómez Ibáñez. Libros editados: Dos damas muy serias, novela, 1943. Placeres sencillos, 1966. En la casa de verano, obra de teatro, 1952. Vivió muchos años con su marido, Paul Bowles, en Tánger. A los 40 años, en 1957, una hemorragia cerebral, le impidió volver a leer, escribir, y, prácticamente, a vivir. En España, Anagrama publica Dos damas muy serias en 1981, y se reedita en numersas ocasiones. A Placeres sencillos, lo edita Anagrama, en el 2010.

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